lunes, 18 de julio de 2011

Así se cerró el asunto de la evaluación


La cita era hoy a las dos de la tarde y a esa hora en punto nos hicimos presentes Óscar, Adriana y yo. Adriana se acercó a la subdirección en la que estuvimos el viernes pasado para anunciar que ya estábamos ahí.  Una profesora le cerró el paso diciéndole que ella llamaría a Oscar cuando terminara el asunto que tenía entre manos: anunciarle a una madre llorosa que su hijo no podría ser reinscrito porque al reprobar Geometría Analítica con 5.9 (claro, ya vimos la precisión y validez de la calificación) acumulaba cuatro materias reprobadas y automáticamente aplicaban la suspensión (del chisme del examen y la calificación me enteré por Oscar). La maestra sonaba muy enérgica regañando al alumno porque, dijo, si hubiera hecho cada tarea tantas veces como fuera necesario e incluso en color rosa (sic) seguramente no habría reprobado. O sea: usted repita y repita que algo se le irá pegando en cada repetición.
La madre llorando y el hijo resignado se fueron y la maestra llamó a Oscar. Nos acercamos los tres y la maestra perdió la compostura: ella no iba a discutir conmigo porque todo mundo sabe que las gráficas no son para razonar sino para mostrar resultados (referencia al problema de la parábola en la que simplemente se pedían las coordenadas del foco, y para el que Oscar hizo el análisis completo trazando la gráfica) y que la palabra ANALÍTICA, en la Geometría Analítica, se refiere a que hay que escribir todo tal y como el maestro lo hizo en clase (y yo recordé a Feynman y su primo mayor  que estudiaba álgebra sin entenderla mientras el escuincle que era Feynman le daba las respuestas y el primo decía que si no las escribían como el profe entonces no era álgebra). Y que eso no era un mercado para discutir, y solamente hablaría con el alumno y su tutora legal, en su oficina privada. Me hice a un lado, ostensiblemente, sin poder aguantar la risa pero sin hacer ruido.
La voz airada de la maestra y las respuestas razonadas de Oscar se escuchaban, y a cada cuestionamiento del alumno la maestra (quien es la coordinadora del área de matemáticas) se escuchaba más y más molesta. “Porque no escribiste la ecuación de la recta como función”? Porque no lo pidieron y me dio lo mismo escribirla de cualquier forma, dijo Oscar. Y ya no pude seguir escuchando porque se apareció un señor muy amable a preguntarme si ya me estaban atendiendo. Le dije que estaba pensando cómo iba a escribir en mi blog los incidentes que acababan de ocurrir y en el que una profesora me había descalificado, que no se preocupara por mí porque estaba muy divertida. Me invitó a pasar a una oficina, SU oficina. Y me quedó claro que era el director del plantel, ni más ni menos.
Comenzó por decirme que estaba enterado del asunto porque por la mañana lo había conversado con el subdirector y el maestro que elaboró el examen  y habían estado de acuerdo en que mis cuestionamientos eran razonables y que yo sabía de lo que hablaba. Que reconocían que el examen estaba elaborado de manera muy rígida y la calificación del examen de Oscar había sido inadecuada. Conversamos, y medio le explique cuál es mi experiencia en el área y algunos de mis trabajos que tienen que ver con la enseñanza de matemáticas en bachillerato. Le manifesté mi consternación por la señora que lloraba como resultado de una calificación que podía resultar cuestionable. Se movió a otro terreno y comenzamos a hablar de las prácticas docentes tan arraigadas, y más en matemáticas (dijo él, “porque los docentes de esa área se defienden diciendo que las matemáticas no han cambiado desde los tiempos de Pitágoras” sic) a pesar de los cambios que se pretenden en el sistema educativo y  a los que se ofrece muchísima resistencia. Reconocí que en efecto, así sucede, incluso en la universidad donde una maestra declara que enseña cómo le enseñaron sin ningún cargo de conciencia por no ser siquiera capaz de investigar un poquito acerca de los temas que se empeña en enseñar (no que los alumnos aprendan algo). Al respecto comenté sobre los hallazgos en mi tesis de maestría, aclarando que el desarrollo de competencia en los alumnos, en mi caso, inició el mismo día en que comencé a dar clases.
Me dijo que había esperado conocerme hoy, y que la profesora no me había descalificado sino que simplemente había querido conversar solamente con el alumno. Pero claro que me descalifico, le aseguré: me dijo que no era mercado para discutir (con cualquiera, claro). Reconoció que tenía razón, pero que seguramente eso obedecía  a lo que hablamos del temor del profesor a perder el dominio y poder dentro de su área y que la profesora se sintió retada e intimidada. Por supuesto, le dije, me queda perfectamente claro: ¡esa es precisamente la razón por la que ya no voy a dar clases de matemáticas en la Ibero!
Nos despedimos muy cordialmente con un muy buen apretón de manos y el intercambio obligado de tarjetas.
Al salir de la oficina todavía tuve que esperar a Oscar y Adriana. La maestra salió apresuradamente rumbo a la oficina del subdirector, seguida por mis amigos. En menos de dos minutos ellos estaban ya conmigo y Adriana me hizo señas de que afuera me contaría el desenlace. La maestra había decidido que Oscar debió responder como su maestro le enseñó, y Oscar replicó que el maestro que tuvo no tenía idea de lo que hacía y podían escribir cualquier cosa. La profesora entonces decidió calificar el examen de acuerdo con sus reglas y anunció que los puntos no alcanzaban ni para un 5 de calificación (a pesar de que el viernes la calificación era de 6). Y fue entonces cuando salió de su oficina rumbo a la del subdirector, quien le comunicó a la profesora que el examen de Oscar mostraba un aprovechamiento del 70% y la calificación era de 7. Evidentemente, el acuerdo al que por la mañana habían llegado el director, el subdirector y el profesor que elaboró el examen. El enojo de la profesora debió ser mayúsculo, y por eso Adriana ya no quiso comentar nada dentro de la escuela.
Lo bueno, por el área que Oscar escogió, es que ya no llevará matemáticas. Aunque seguramente habrá más de una manera de fastidiarlo (eso sí paso con Pako, cuando estuvo de regreso en el Tec, en la prepa). Para mí, nomas es una rayita más. ¡Y no pasa nada!

sábado, 16 de julio de 2011

Sobre la evaluación: un caso real

Hace muchos años, cuando Pako cursaba primero o segundo años de secundaria, en el campus León del Tec de Monterrey, reprobó química porque, dijo, ¡es genético! Y seguramente es cierto. El asunto es que Enrique Garibay,  un profesor a quien quiero mucho y que trabajaba conmigo, decidió asesorarlo para que presentara su extraordinario. Llegó el día de la entrega de resultados y Pako regresó diciendo que había vuelto a reprobar el examen. Sin más, Enrique se levantó de su escritorio (su oficina estaba frente a la mía) y salió corriendo a la secundaria. Cuando regresó nos anunció: Pako sí paso el examen, y la maestra no sabe nada de química! A Pako lo cambié a una secundaria de verdad, en el siguiente curso,  y no hubo secuelas de ese problemita.
Ayer me tocó hacer lo propio con Oscar, el hermano de mi amiga Adriana. El chico, que es bastante listo, estuvo yendo a mi oficina para prepararse para el examen extraordinario de Matemáticas III (Geometría Analítica) de prepa. Hubo que mostrarle algunos errores que cometía por descuido y exceso de confianza (signos, manejo de fracciones, etc.) para que los corrigiera y pusiera atención;  aprendió a escribir  la ecuación de la recta en cualquier forma posible y a elegir la mejor de las formas según el problema propuesto. Y aprendió a resolver una variedad de problemas que implican ecuaciones lineales/rectas. Lo mismo pasó con la parábola y, una vez que comprendió cómo se lleva a cabo una traslación y su efecto sobre la forma algebraica correspondiente, la circunferencia fue cuestión de media hora a lo más; para la elipse me pidió una versión ultra comprimida en los últimos cinco minutos de la última sesión que tuvimos.
El único punto que me hizo brincar fue cuando me dijo hay un problemita que creo que viene en esos exámenes, pero seguramente es algo que ni es importante ni vale la pena pero ¿lo podemos ver? El problemita, resultó ser, ni más ni menos que la manera de calcular la distancia entre dos puntos del plano! Le expliqué: en esto de la Geometría Analítica hay unas cuantas cosas esenciales:
·         El plano cartesiano, que es una cuadrícula generada por dos rectas numéricas perpendiculares entre sí y a las que llamamos ejes. Por cada punto de cada eje pasa una recta paralela al otro eje
·         El origen, determinado por el cruce de los dos ejes. El origen es el punto a partir del cual ubicamos cada uno de los otros puntos del plano, especificando la distancia del punto que nos interesa a cada uno de los dos ejes (la distancia de un punto a una recta se mide perpendicularmente)
·         La métrica, o manera de calcular la distancia entre dos puntos cualesquiera del plano. Por las características del plano, al trazar el segmento entre dos puntos cualesquiera podemos visualizar un triángulo rectángulo (a menos que los dos puntos estén en una misma recta paralela a uno de los ejes), y  la longitud de la hipotenusa es precisamente la distancia que buscamos. Es decir: la regla para medir distancias en el plano es el Teorema de Pitágoras
Para Oscar fue más que evidente que en realidad no necesitaba fórmulas para hacer los cálculos. Ni para encontrar el punto medio de un segmento ni para partir un segmento en partes proporcionales. En caso necesario, hacia un dibujito simbólico.
Le expliqué cómo las ecuaciones de las cónicas se establecían a partir de sus condiciones focales respectivas, lo que significa escribir la igualdad entre dos distancias o algo equivalente, y hacer algo de talachita algebraica para llegar a la forma que se presentan en los libros de texto, como sacadas de la manga del autor.
Y se fue a presentar su examen. Él dijo que se había sentido muy bien. Pero cuando llegó la fecha de recoger resultados le dijeron que estaba reprobado. Solicitó revisión e inicialmente le dijeron que no. Ante la insistencia, el subdirector cuestionó los procedimientos de Oscar pero luego tuvo a bien revisar un ejercicio para darse cuenta…de que estaba bien resuelto. Ante la evidencia, ofreció revisar el examen el viernes 15 de julio a las dos de la tarde. Y allá llegamos Dulce, Adriana y yo, para que nos explicaran el método de evaluación.
Primera sorpresa: sin recibirlo, le anunciaron que ya tenía 6 y estaba aprobado. Pero no era eso lo que queríamos y esperamos hasta que nos recibió el mismo subdirector (nos hizo esperar casi una hora, a pesar de la cita). Entramos Adriana, Oscar y yo, mientras que Dulce se quedó en la recepción. El hombre nos volvió a decir que Oscar ya había pasado, pero le expliqué que más allá de la calificación nos interesaba la parte formativa de la evaluación: saber por qué y en qué Oscar se había equivocado. Me prestó el examen y en la primera hoja se notaba ya un problema: le pidieron escribir la ecuación de la recta que pasa por dos puntos dados (no especificaron cuál forma de la recta) y se la tacharon sin calificar, estando bien resuelta. Una maestra que entró al quite (la que química!) trato de salvar la situación  (¿?) diciendo que como el maestro tiene tantos exámenes que calificar no puede poner mucha atención a cada examen (¡WHAT!) a lo que contesté que yo también había dado clases en prepa y eso no era una excusa. Me preguntaron si era la mamá de Oscar ¡ja! y tuve que presentarme formalmente (¿pa qué preguntan pues?)
Oscar me pidió que revisara la última hoja: de los tres ejercicios, el de circunferencia era el que ya había revisado el subdirector…y no habían modificado el puntaje. Luego había uno de parábola, para el que se pedía determinar las coordenadas del foco, a partir de la ecuación dada. Óscar trazó correctamente la parábola, marco el lado recto, la directriz, el vértice,  y el foco con las coordenadas respectivas.  Y puso el resultado pedido (las coordenadas del foco) en un cuadrito en el extremo de la hoja… ¡y se lo pusieron mal! y el pobre subdirector ya no hallaba qué decirnos.
El tercer ejercicio, transformar la ecuación de una parábola de la forma general a la ordinaria, estaba casi totalmente bien resuelto excepto porque a Oscar le ganaron las prisas y no factorizó el último numerito. Pero no habían revisado el examen y simplemente le asignaron el número suficiente de puntos para que la calificación fuera 6! Al final, convocaron a la coordinadora del área para una nueva reunión el próximo lunes a las dos de la tarde para, ahora sí, hacer una revisión completa.
Después de esta experiencia estoy segura de dos cosas:
1.       A Oscar le van a revisar sus exámenes con mucho cuidado y deferencia
2.       A mí me van a prohibir acercarme a los alumnos y las instalaciones de la Prepa Lázaro Cárdenas, de Tijuana!