jueves, 23 de mayo de 2013

El final de mi experiencia en el Colegio: en cama por exceso de adrenalina

En enero, al iniciar este semestre en el Colegio del Bosque, escribí una entrada sobre mi confianza en los resultados de este curso. "Esperanza inútil, flor del desconsuelo", dice la canción. El curso terminó y es la hora de que no entiendo de qué se trata lo que se hace en esa escuela. Me queda claro que lo académico es lo menos importante, eso sí, y algunas de las alumnas incluso lo compartieron conmigo. Para ellas (muy pocas) se trata de meterlas en asuntos religiosos. Y tienen razón. Se trata también, reconocen como dos de ellas, de inducirlas a la obediencia más que a la discciplina. Y tienen razón también.

La agenda está orientada, me parece, a hacer de ellas unas muy devotas y cristianas esposas. Una conferencia a la que fueron convocadas todas las alumnas (y las maestras en ese horario, incluida yo), versó sobre la importancia de cuidar su feminidad, tal cual la describe Wikipedia:

"Se entiende por feminidad un conjunto de atributos asociados al rol tradicional de la categoría mujer. Algunos ejemplos de esos atributos son la comprensión, la delicadeza ysuavidad, la muestra de afecto, la educación y los cuidados de la descendencia, etc. De manera que a lo largo de la historia de (al menos) los países occidentales, y todavía hoy día, las mujeres han sufrido una gran presión social para responder delante de las demás con comportamientos asociados a esos atributos."

El objetivo: casarse (el de todas estas niñas, dijo la conferencista) y evitar a toda costa esa "terrible desgracia que es el divorcio". Por eso hay que verse siempre bonitas, con el adorno, etc. Casi vomito! 

Algunas de las niñas hablan de estudiar para trabajar. Expresado en voz alta, entre los dos grupos, solamente una decena. La mayor parte no mostró más interés que el de pasar la materia a costa de lo que fuera. Y para eso el Colegio brinda muchas facilidades.

Hay niñas que están a cargo de apoyar los asuntos "pastorales" o como se llamen. Se salen de clase porque tienen que ayudar a lo que sea, o porque son convocadas para hacer la colecta para piñatas para los niños con menos recursos ("Fé, Esperanza y Caridad" se llama la película), u otras actividades del estilo. Y claro, se pierden las clases y hasta puede ser que reprueben (con todo y que con un 3 en el examen y un 9 en entrega de tareas copiadas, aprueban). Le toca al maestro explicar las razones de la reprobación a los padres de familia, por escrito. En general son las niñas las que ayudan en tareas para las que debería de haber personal a cargo (por lo menos en el Bachillerato de la Ibero Tijuana así funcionaba), si el énfasis estuviera en lo académico. Todas esas ausencias están condonadas. Indulgencias.

Las suspensiones de clase son frecuentes. Unas están contempladas en el calendario (misas, por ejemplo), otras simplemente se imponen cuando quien sea entra a la clase a dar recados, entregar libretas, dar información, o repartir flores y regalos por el día del amor y la amistad. Nunca había visto tanto desorden en ese sentido. 

Es la primera vez en mi trabajo docente, cualquiera que sea el rol que yo haya jugado, en que no oí a alguna profesora quejarse por falta de tiempo para completar el programa debidamente. Porque no parece que importe. Eso me quedó clarísimo al inicio del semestre. Dado que el semestre anterior el tema fue Geometría Analítica, lo que seguía era Pre Cálculo, en el orden lógico/histórico/didáctico. De hecho las niñas tenían el pésimo libro de Precálculo de Editorial Santillana, comprado desde agosto del año anterior (el bachillerato se maneja con el calendario de secundarias, como si fuera un año lectivo y no dos semestres). 

Acababa de comprar yo tal libro para tenerlo como referencia y no excederme demasiado en mis pretensiones del curso, cuando la coordinadora me envió el programa oficial: una ensalada de Geometría Elemental y Estadística. Le expliqué que la Geometría Elemental (plana) debieron haberla visto ANTES de la Geometría Analítica y que el libro que las alumnas habían comprado era Precálculo, como correspondía. "Eso es lo que envía Monterrey" fue su respuesta. Pero no tiene sentido, repliqué, imagínate que los padres de familia vienen a preguntar. "Los padres de familia nunca se enteran de eso" contestó.

Y sí, no lo dudo. Se enteran de si la alumna reprueba, y entonces puede ser que se acerquen a preguntar las razones... al final del semestre. Los reportes que me pidieron entregar sobre las cuatro alumnas que reprobaron el segundo periodo de parciales, hace dos semanas (ya estamos en finales) piden que explicite las estrategias para que la alumna, cada una, se recupere... una semana antes de terminar el periodo.

Porque solamente cuatro alumnas reprobaron a pesar de que hubo una docena de niñas que dejaron de asistir a clases durante tres semanas; porque pasaron dos semanas en preparación (me enteré por sus compañeras, ante las ausencias reiteradas) y luego se fueron a competir en el evento de su sistema, a Puebla. Tres semanas sin clases, sin tareas, sin trabajos. Dos de las alumnas concursaban en matemáticas (exámenes que recojen los tipos de ejercicios de los libros de texto, nada comparado con los problemas del Honors Math Contest de la Universidad de California en San Diego en el que participaban los alumnos del Bachillerato de la Ibero Tijuana, en aquellos buenos tiempos, y quienes no recibían más que el diploma de participación o la medalla que merecían). Las demás concursaban en Inglés, Español, Robótica o Apostolado. Todas debieron ser exentadas en el examen de matemáticas del segundo periodo.  Y hoy me pidieron modificar las calificaciones de las "Evidencias" (se supone que son de desempeño en las tareas asignadas para mostrar los aprendizajes) para que todas tengan 10 también.

La cereza del pastel la puso una alumna de las cuatro que reprobaron: en algún momento del curso copió una tarea y yo había establecido, desde el incio, que tarea copiada equivale a cero. Quería que le pusiera un punto extra para pasar, aduciendo que yo le había quitado un punto cuando hice el comentario. Explicarle que en realidad tenía cero fue tarea inútil. Ella quería pasar, y llevaba listo el formato proporcionado por la coordinadora para que yo lo llenara. Afortunadamente la sesión terminó porque tenían un examen oficial. De todos modos, no iba a firmar semejante cosa.

Sí, me enfermé. Del estómago y de migraña, y me enronché (exceso de adrenalina). Y aquí estoy, en cama. Y no vuelvo. De mi parte que les pongan 10 a todas. Y eso ya se los comuniqué, con mi firma electrónica para validarlo.